sábado, 11 de junio de 2016

De nuevo Carepa por el despeñadero

Poco a poco se van desvaneciendo las expectativas que tenían los habitantes de este municipio en el nuevo gobierno, el cual no despega, no se siente la mano del timonel, mientras que otros hacen la fiesta.


Editorial correspondiente a nuestra edición impresa de junio



Carepa, próspero y pujante municipio del Urabá antioqueño, pareciera condenado al fracaso, al ostracismo administrativo, los últimos ocho años fueron un total desastre para el desarrollo social de esta localidad, su estancamiento en temas como la construcción de vivienda, la generación de empleo, de espacios para los jóvenes, los procesos medio ambientales, entre otros, han sido nulos.


Estos hechos llevaron a la mayoría de los ciudadanos, a optar por apoyar a un alcalde menos comprometido con la vieja clase política, supuestamente distante de la mano negra de la corrupción, pero cinco meses después de su elección, el globo comienza a desinflarse y solamente el tratamiento que le han dado desde la Secretaria de Gobierno al tema de los vendedores ambulantes y estacionarios, causa risa, ni en los peores tiempos de las anteriores administraciones se había actuado con tal ligereza y torpeza, con extrema improvisación, elaborar un acta de compromiso para concentrar a estos vendedores informales en un lote propiedad del municipio cercano al cementerio y luego que estos levantaran sus ranchos reversar la medida, deja muy mal parado al señor alcalde, pareciera que su secretario de gobierno es una rueda suelta en su gabinete.

Estos ciudadanos no son mercancía para tratarlos de tal manera, no se puede olvidar que hay sentencias de la Corte Constitucional que los protegen, y que el tema se debe tratar como un asunto de orden social, ofreciéndoles alternativas. Además, no es ético, ni humano, ni elegante, y si de muy mal gusto, que un mandatario que no ha generado un solo empleo, que no tiene una política seria, realizable para la generación de puestos de trabajo, se dedique a perseguir y manosear a estos vendedores y a darles trato policial, cual delincuentes.


Pero lo más grave, es que en el despacho no se siente la mano del mandatario, hay un manoseo burdo de su agenda, muchas manos manipulando, no están resolviendo los problemas mínimos de las comunidades y esto ya comienza a generar incertidumbre entre los habitantes que no tienen quien los escuche y le brinde unas soluciones; pero también son muy graves las denuncias públicas de ciudadanos inconformes, que al alcalde lo están manejando y manipulando otras personas y que él no asume el timón del barco que comenzó a hundirse, tan lejano aún del puerto.



Algunos hechos de gran trascendencia han dejado un mal sabor en este gobierno que no ha podido despegar, como el nombramiento de la personera, bajo unos parámetros de “mentirocracia” de burla al pueblo, pues en todos lados se dijo desde octubre cuando se eligió al alcalde, que la dama elegida, era la personera local, una funcionaria recordada en Carepa, por no haber movido un dedo por las victimas despojadas de sus viviendas, cuando ocupaba el mismo cargo y prefirió mirar para otro lado para congratularse con sus patronos, también se conoció que en el Plan de Desarrollo se habían incluido cinco mil millones de pesos para capacitaciones, y ya todos los habitantes del municipio sabían cuál era el destinatario de esos dineros.


 Muy malas señales apenas comenzando y en seguida viene el nombramiento del gerente del hospital, también objeto de la “mentirocracia”, además de estar desconociendo, la circular conjunta número 100 de enero del año en curso, emanada de la Procuraduría General de la Nación, los ministerios de salud y educación, además de la función pública, la cual estipula el primer trimestre del año para realizar el concurso. Muy malas señales para un municipio que lleva ocho años de ausencia de un gobierno, serio, ético, responsable con visión social.

Así señor alcalde, que a echarse al hombro la responsabilidad para la cual fue elegido, usted es el único responsable ante la justicia y el pueblo, por las acciones de gobierno en su municipio; además Carepa no necesita un firmón, ya ha tenido muchos, requiere de un gestor y un ejecutor con resultados, y de los contratos montados en la página de la Contraloría, pocos pasarán los exámenes de rigor. Tiene suerte el señor alcalde que los habitantes de Carepa no auscultan este tipo de contratos, que no hay veedurías ciudadanas y que los organismos de control se han vuelto retenes para extorsionar a funcionarios.