jueves, 1 de marzo de 2018

Una sociedad pervertida

Editorial-marzo:
Qué tal que un candidato aterroriza a medio país por el hecho de anunciar que no va a robar, ni dejar robar, entonces ¿a dónde vamos a parar? 

Wilmar Jaramillo Velásquez

Los partidos tradicionales, es decir los verdaderos dueños del país, cuyas familias más representativas que no superan diez, lo han gobernado a su antojo de sus inicios republicanos, lentamente fueron abandonando al resto de los colombianos y hoy desde la clase media, hasta los estratos más vulnerables, quedaron relegados a un abandono generalizado y la corrupción se hizo campeona, bandera nacional, al que más robe, bajo una impunidad que aterra. 

Esos partidos fueron haciendo a un lado prioridades tan elementales como la salud, la educación, la vivienda y los servicios públicos domiciliarios a cambio de coimas para sostenerse en sus posiciones, fueron entregando los bienes públicos a privados para acelerar la espoliación al pueblo. 

Banderas propias de un estado social de derecho, prácticamente agrupadas en lo que podríamos llamar un mínimo vital para la subsistencia, se han vuelto inalcanzables. 

El otrora “Glorioso Partido Liberal” que con tan pomposo calificativo se fue olvidando de sus grandes postulados sociales y fue cayendo en postración junto con sus viejos aliados del Frente Nacional y que decir de los otros partidos o razones sociales a las que fueron mutando por estrategias electorales, por egoísmos personales y vanidades de sus caciques, resultó peor la cura que la enfermedad. 

El derrumbe moral crece, las iglesias de todas las pelambres pululan en cada cuadra de barrio, entorno a una verdadera torre de Babel, por un lado alaban a su dios, por el otro, alaban el diezmo y amasan descomunales fortunas, y por el otro hacen los más asqueantes negocios y alianzas políticas desde sus escaños logrados apunta de púlpito. 

Luego nos asustan con el coco, que el país se derrumba moralmente, y entonces dónde están sus aportes, donde está esa construcción moral que durante años vienen edificando. ¿Han fracasado en esto solamente tienen sus mansiones y fortunas personales y familiares? 

Todos estos partidos que han usufructuado el poder y los presupuestos públicos para su beneficio personal, son los responsables de este derrumbe moral al que asistimos, son los únicos culpables que la corrupción, la ilegalidad y el cohonestar con el delito en todas su manifestaciones nos corroen. 

Por eso resulta tan frustrante que cuando un candidato presidencial que no hace parte de estas élites, proponga en la plaza pública que no va a robar ni a dejar robar lo público, medio país se escandalice, que cuando diga que va a garantizar esos mínimos vitales de los hablábamos ahora, educación, salud, vivienda y servicios públicos, esos partidos y esos líderes de los gobiernos de 200 años atarás hasta el día de hoy salgan con toda su artillería a decir que nos va tomar el comunismo, cuando todo eso hace parte justamente del ideario liberal. Que paradoja tan terrible. 

Los dueños del país, han salido despavoridos con sus poderosos medios de comunicación a tocar clarines de guerra, de expropiación, de castrochavismo, de comunismo y otros duendes que se inventaron para meterle miedo al pueblo colombiano y poder seguir campantes la espoliación, seguir concentrando la tierra en estas mismas familias, la empresa, el poder político, quedándose con la plata de la salud, de las pensiones, de los servicios públicos. 

Es fatal y duro tener que decirlo, pero nos tenemos que preparar para una campaña presidencial de terror y miedo, de muerte, de engaños y mentiras, de descalificaciones. Una campaña donde las propuestas y programas de gobierno, las ideas y el debate civilizando, serán reemplazados por la farsa, algo mucho peor a lo que vivimos durante el plebiscito para para paz.