El saneamiento básico es imperante
“El Esmad nos destruyó los enceres atacó
mujeres, niños y ancianos, durante sus arremetidas en el gobierno de Agapito Murillo. Fue algo
aterrador, inhumano y violento” dicen hoy esperanzados los habitantes de esta invasión.
“Como ya no hay heridos ni violencia que mostrar, los periodistas tampoco se volvieron acordar de nosotros”
afirman, agregando que del actual
gobierno han recibido buen trato y reconocen estar en un lugar de alto riesgo.
Los tiempos de la destrucción, de la presencia
del Esmad con sus amenazantes atuendos, se va alejando poco a poco del
imaginario de quienes sintieron de
cerca su fuerza y su contundencia.
“Villa Esperanza” crece a pasos acelerados
Crónicas del Camino- por: Wilmar Jaramillo Velásquez
para EL PREGONERO DEL DARIEN.
Carepa crece de manera desordenada y su Plan de Ordenamiento Territorial, cada quien lo interpreta a su manera, no se respetan las áreas residenciales, comerciales o industriales, todo eso está al libre albedrío de los interesados o de la influencia política que se tenga en el gobierno de turno. Igual está ocurriendo en los otros municipios de Urabá.
Por eso también crecen las urbanizaciones, informales, piratas y hasta las invasiones, cada quien actúa en su afán de hacer negocio o simplemente solucionar la urgencia de un techo para meterse con su familia. La falta de planeación es evidente por donde se cruce.
Las vías fueron planeadas por la comunidad
En el año 2013, durante el gobierno del señor Agapito Murillo, un considerable número de personas, llegó a un lote de terreno sobre la ribera del rio Carepa, en la afueras del perímetro urbano y en un abrir y cerrar de ojos levantaron un barrio, más nómada y errante que otra cosa, plásticos, cartones, y pedazos de manera fueron utilizados para construir los cambuches y de inmediato lo bautizaron: “Villa Esperanza”, un sugestivo nombre que poco a poco ha ido calando en la memoria colectiva de Carepa.
El 20 de mayo de 2013 el alcalde apoyado por el Escuadrón Antidisturbios de la Policía incursionó en la invasión y echaron a tierra lo construido, arrasaron con todo, utilizando maquinaria pesada no dejaron piedra sobre piedra. Varios heridos, contusos y afectados por el impacto de los gases, fue el saldo en rojo para los destechados. “Fue un caos total, una niña fue gravemente herida y otra mujer embarazada perdió a su criatura” dijo un testigo de los hechos.
Espacios para el esparcimiento también fueron reservados
Azotados ante la urgencia de un techo y la falta de soluciones y propuestas en ese sentido por el citado gobierno, los invasores no dieron su brazo a torcer y el 20 de diciembre del año siguiente volvieron a tomarse el lugar, esta ver mejor organizados.
“Por ese entonces una señora apareció como propietaria y reclamante de unos baldíos que son de la nación, pero al parecer nunca pudo demostrar la legalidad de la tierra, incluso en los estrados judiciales” dijo otro habitante de “Villa Esperanza”
Algunos progresos sobresalen en varias viviendas
Hoy los destechados tienen un respiro, pese a que por estos tiempos invernales el río les quita el sueño cuando su cauce comienza a subir, la actual administración del médico Ovidio Ardila, ordenó un estudio para conocer el nivel de riesgo en el cual se encuentran estas familias y por el momento se ha comprometido a no tomar medidas de choque ni de violencia, como las antes relatadas.
Los habitantes de este barrio subnormal, cuentan con precarios servicios públicos, están conectados a la energía eléctrica, por medio de vecinos que les han permitido conectarse del cableado, igual situación ocurre con el agua potable, que tienen que recoger en algunos sitios estratégicos dispuestos para ello, pero al menos cuentan con estos servicios básicos.
La vida crece con su inocencia abordo
Ellos mismos son los planificadores de la urbanización, han trazado sus calles y cada quien de acuerdo a sus presupuestos va avanzando en el mejoramiento de sus viviendas.
“Nuestro peor enemigo es el invierno, no solamente por la amenaza del rio, sino porque las calles y caminos de acceso se vuelven unos lodazales intransitables, sumado a la llegada de plagas, especialmente zancudos” dijo una dama habitante del lugar.
La solidaridad también hace presencia en “Villa Esperanza”
“Villa Esperanza” es habitada por 167 familias que conforman unas 600 personas , entre ellas, 277 niños, los estudiantes reciben clases en el colegio del barrio La Cadena, aledaño a la invasión, los hombres de los hogares, son en su mayoría obreros bananeros y dedicados a la extracción de materiales para la construcción del rio Carepa.
Winston Ramos, presidente de la Junta de Acción Comunal
Winston Ramos, presidente de la Junta de Acción Comunal, en proceso de legalización, recoció que ocupan un lugar que no les pertenece, además de estar en un sitio de alto riesgo. “Lo que esperamos es que nos incluyan en un programa de reubicación, que nos den acceso a un techo digno para nuestras familias”, explicó.
Por su parte el conciliador Adolfo Murillo, dijo que en Villa Esperanza, habitan personas de bien, gente honrada y trabajadora, que no tienen problemas con nadie.
También florece un pequeño comercio
“Como ya no hay heridos ni violencia que mostrar, los periodistas tampoco se volvieron acordar de nosotros” afirma, otro parroquiano, agregando que del actual gobierno han recibido buen trato y reconocen estar en un lugar de alto riesgo.
“El Esmad nos destruyó los enceres atacó mujeres, niños y ancianos, durante sus arremetidas en el gobierno de Agapito Murillo. Fue algo aterrador, inhumano y violento” dicen hoy esperanzados los habitantes de esta invasión.
El agua potable, llega con dificultades, pero llega
También allí se dan casos de personas generosas como Luis Bejarano, quien hace recolecta entre amigos comerciantes y les lleva jornadas deportivas acompañadas de arroz con leche, para mitigar la precaria situación.
Luis Bejarano, solidario con “Villa Esperanza” con
una habitante y dirigente del lugar
Entre tanto, la vida en “Villa Esperanza”, transcurre hoy en relativa calma, tanto el gobierno local como el rio Carepa, han dado una tregua, respiro que les ha permitido, avanzar en las construcciones, instalar servicios públicos, desarrollar algún tipo de comercio, pequeñas tiendas, reparación de calzado y de ropa. Los tiempos de la destrucción, de la presencia del Esmad con sus amenazantes atuendos, se va alejando poco a poco del imaginario de quienes sintieron de cerca su fuerza y su contundencia.
Urabá-Antioquia-octubre de 2016.
Grupo de líderes y directivos al frente del proyecto informal de vivienda
Modestos negocios han surgido en “Villa Esperanza”. El rebusque
Convites permanentes para mejorar vías y viviendas