Los dejo con este homenaje del grupo Andino, Pasajeros, tan nuestros como las montañas y sus cóndores volando bajo el suave viento de la libertad y el cielo azul.
Por: Wilmar Jaramillo Velásquez/Opinión/El Pregonero del Darién
Wilmar Jaramillo Velásquez |
Entonces
recordé con alegría las clases en la Escuela Marco Fidel Suárez y en el
Instituto Santuario, los recreos en sus enormes canchas, los pisos de madera en
la vieja edificación y desde luego a mis profesores del alma, Huber Cataño Bedoya,
ya fallecido, a Alfonso Magmud, hoy en Pereira y a quien le debo una visita,
será un encuentro para la historia, hace medio siglo me indujo a la lectura,
cuando me regaló el primer libro.
Recordé
la enseñanza de Jaime Bedoya, como rector del Instituto Santuario y con quien
aún sostengo prolongadas conversaciones especialmente de política, pasó por mi mente
y mi corazón la imagen de Álvaro Sierra, un bogotano que dedicó su vida a la
cátedra universitaria, media de ella en la Tadeo Lozano, a Jorge Arévalo, un
mago de la pedagogía, diestro en el arte de trasmitir conocimientos, practico,
como él ninguno.
Fueron
los seis educadores, junto con mi padre que marcaron mi vida, me formaron en
derechos humanos, ética, humanismo, el valor de la libertad, el respeto por
nuestros semejantes, la rebeldía para no inclinarme ante el poder, todo eso antes
que matemáticas y geografía que eran tan aburridoras, me enseñaron justamente
aquello que no estaba en los anacrónicos pensum académicos de la época.
Jaime
Bedoya llegó como rector del colegio siendo un adolescente, tenía los cabellos
largos y libres como sus ideas, formó un alboroto en un pueblo azotado por una
godarria camandulera, para la cual pensar y más si ese pensar era diferente al
de ellos, era pecado mortal.
Dos
de mis profesores han partido de este mundo, Bedoya y Sierra, dejando un gran
legado en la formación de personas, Jaime Bedoya y Alfonso siguen en Pereira,
no es difícil entablar con ellos un diálogo franco.
Hoy
día del maestro rindo tributo, respeto y admiración por esos personajes, y
tengo el honor de agregar dos nombres más, el de mi hijo Wilmar, quien sigue
los caminos del docente, del formador de hombres libres y de su esposa Mariana,
ellos han demostrado con sus acciones que el primer salón de clases está en la casa
con sus hijos.
Los dejo con este homenaje del grupo Andino, Pasajeros, tan nuestros como las montañas y sus cóndores volando bajo el suave viento de la libertad y el cielo azul.
El
mundo es un pizarrón (Pasajeros)
En
tu mano hay una tiza, en tu rostro una sonrisa
En
tu sueño más inmenso hay un cantar
Con
paleta y acuarela pinta el maestro de escuela
Cuando
su mayor pasión es enseñar
Suave para biología, duro en trigonometría
Pero
siempre está pariendo humanidad
Cómo
hacer para explicarte,
Esa
es otra especie de arte
Injusticias
que tu tienes que cambiar.
Es el mundo un pizarrón, pongan toda su
atención
Porque
espero que se aprendan la lección
Capitalismo
salvaje hallarás a cada viaje
Para
el pobre nunca existe solución
Es
el mundo un pizarrón pongan toda su atención
En
mitad de la tormenta estarás vos
Al
final de la jornada me dirás que estás cansada
Pero
que le has puesto todo el corazón
Y tal vez en el camino, volveré a escuchar un
trino
Como
cuando hablabas ante mi salón
Te
agradezco con el alma, las capsulitas que salvan
El
mundo maestro que aprendí de vos
Aprendí que la utopía hay que hacerla cada día
Que
no es lo mismo una estrella que un millón
Bajo
un cielo oscurecido
Hay
que estar aún más unidos
Para
hacer la luz que alumbre la razón
Es
el mundo un pizarrón, pongan toda su atención
Porque
espero que se aprendan la lección
Aprendí
que la utopía hay que hacerla cada día
Que
no es lo mismo una estrella que un millón
Es
el mundo un pizarrón, pongan toda su atención
En
mitad de la tormenta estarás vos
Bajo
un cielo oscurecido
Hay
que estar aún más unidos
Para
hacer la luz que alumbre la razón.