sábado, 16 de noviembre de 2019

Una gerencia para el río Apartadó

Casi siempre la sabia y madre naturaleza anuncia las tragedias con la debida anticipación, para ver si el hombre logra descifrarlos y tomar las debidas medidas de prevención. En Armero por ejemplo, nadie escuchó.


Wilmar jaramillo Velásquez-Director-
EL PREGONERO DEL DARIÉN

Editorial noviembre:

Ojalá el nuevo alcalde, piense en la creación de una gerencia para el rio Apartadó, que arrope todas las iniciativas, recursos, planeación y ejecución del sin número de obras que se requiere para evitar la amenaza constante, incluyendo la instalación de un moderno sistema de alarmas y monitoreo. 

En los últimos veinte años el río Apartadó, ha enviado tres contundentes mensajes a los pobladores que lo circundan, a las autoridades, a la comunidad en general, pero nadie quiere escuchar, y nos hemos limitado a especular y atender mediáticamente a los damnificados. 

Por fortuna hasta ahora, solamente hemos registrado cuantiosas pérdidas materiales y eso desde luego aliviana la carga del desastre. 

El alcalde electo, abogado Felipe Cañizalez, ha incluido en la propuesta que le expuso a los ciudadanos durante su campaña, al río Apartadó, un parque lineal por ejemplo, entre otras ideas todas muy halagüeñas, pero esto antes de la última avalancha de este afluente que inundó como pocas veces, a unos 17 barrios y dejó más de ocho mil damnificados. 

Ahora el mapa es diferente y tal como lo propone el analista Rodrigo Patiño en un corto y serio documento, que desde luego publicaremos en esta edición, le pide al honorable Concejo Municipal, en un acto de responsabilidad pública, abstenerse de discutir los nuevos cambios al Plan de Ordenamiento Territorial (POT) y dejar esta posibilidad al nuevo gobierno y al nuevo Cabildo, que de paso sea dicho sufrió una amplia renovación. 

Si bien estos podrán alegar que su misión legal irá hasta el 31 de diciembre, hay muchas cosas éticas y de responsabilidad colectiva, que no encontraremos en los códigos ni en nuestras normas. 

Pero independiente de lo que ocurra con el Concejo Municipal de Apartadó, durante estos agónicos días que le queda en el ejercicio del poder, el mandatario tendrá que hacer los ajustes, acudir a la cooperación de los gobiernos departamental y nacional, para buscar con los técnicos del área, la forma de realizar las obras de mitigación en el río, que no son pocas, ni económicas, si queremos salvar a futuro incontables vidas como ocurrió en Armero, tras la avalancha del río Lagunilla, ocasionada por la erupción del Nevado del Ruiz. 

Recordemos que allí, el volcán hizo varios anuncios preventivos que nadie quiso escuchar y posteriormente nos sumimos en el dolor de sepultar a 25 mil compatriotas con pueblo y todo. 

Al río Apartadó le venimos colocando pañitos de agua tibia hace muchos años, con inversiones que rápidamente se las lleva la corriente, no hemos diseñado un plan serio y responsable con apoyo técnico y científico, que incluya parar de una vez por todas la deforestación en sus cuencas alta y media, la construcción de obras de ingeniería planificadas con responsabilidad, no con el afán de asignar contratos, la reforestación, muros de contención, jarillones, gaviones y otra infraestructura que ya la ingeniería tiene prevista y probada para estos casos. 

La reubicación de vivienda y control de los espacios recuperados, para evitar el círculo vicioso que donde se reubica una vivienda aparecen dos, todo esto debe ir conectado con una poderosa campaña de educación para aprender a convivir con el río, un NO rotundo a la maña de arrojar allí las basuras, mano dura de Corpourabá, como autoridad ambiental, que por alguna vez en su existencia haga sentir su mano en este caso y finalmente la construcción de las cacareadas plantas de tratamiento de aguas residuales. 

Incluso se nos ocurre, en aras a la planificación, que no es utópica la creación de una gerencia para el río, que pueda jalonar todas estas iniciativas, sin descuidar la infraestructura y el desarrollo de toda su propuesta de gobierno en otras áreas.