sábado, 3 de junio de 2023

Los que son

El presidente no es un capataz, ni un mandamás, es un filósofo, un líder social, un guerrero y un hombre comprometido con su pueblo.

Por: Luis Fernando Uribe*/Opinión/ El Pregonero del Darién

Médico/Luis Fernando Uribe
Ni Daysuris, ni Saravia, ni Marelvis. Así se atraviese Benedetti con maletas llenas de plata y viajes no autorizados, seguimos creyendo en nuestro presidente, un hombre valiente y comprometido por la redención y el progreso de Colombia.

Alguien que ha expuesto su vida denunciando toda la expoliación y el genocidio (450.000 muertos), es un hombre que merece todo nuestro respeto y admiración. Los meros epítetos desgastados ya, no hacen mella a su nombre. Que este rodeado por traidores y falsarios es otra cosa. Todas las denuncias son aceptadas y obligan a prontas y efectivas investigaciones para apagar la vocinglería de un fiscal inepto y de una procuradora sesgada por el odio.

Es imposible que un presidente que está liderando un proceso de restauración a nivel mundial presente una gestión impecable a sabiendas de una tropelía delincuencial como la que los medios están haciendo parecer.

El país está tomando las sendas del progreso, no sólo es el desarrollo económico de una sola clase la que debe engrosar los titulares de los periódicos, magazines y publicaciones especializadas. Es en la cotidianidad de del colombiano común, el mercado, la canasta familiar y la garantía de los servicios y derechos básicos, donde vemos el inicio de la redención esperada: el empleo aumenta con 750.000 nuevas plazas, los alimentos bajan de precio dado un pacto inteligente con las grandes empresas y el advenimiento de las nuevas cosechas de las tierras entregadas al campesino.

 La educación se reactiva con la construcción de nuevas universidades y colegios, la conectividad avanza y las transiciones energéticas ya supera el 67% de propuestas descarbonizadas; se construyen nuevas vías, se reactiva el ferrocarril (abandonado por negociados corruptos).

Todo a la par de un desarrollo internacional multipropósito con un claro liderazgo pedagógico y político.

El presidente no es un capataz, ni un mandamás, es un filósofo, un líder social, un guerrero y un hombre comprometido con su pueblo. Tampoco es un resentido social en una lucha fratricida con la oposición; por el contrario, la protege y garantiza su vida, es respetuoso y siempre está dado al diálogo y al debate con altura.

Algunos me tildarán de fanático, pero no, es lo que veo en sus discursos y en su accionar. Es un líder que se respeta y se quiere, las fuerzas armadas lo aprecian. Los cuarteles saben de su compromiso por el bienestar de la tropa, de su deseo de promoción educativa y social lejos de roscas y linajes. También han entendido que su misión es otra bien diferente a la muerte, y es por eso, que, en estas coyunturas revestidas de chismografía y comedia social, estos personajillos - hijos de las mafias políticas y los cacicazgos-, van saliendo de un gobierno que con los días depura y escoge sus protagonistas. Y como diría un buen amigo: "¡Los que somos, somos, y los que no.…no!"

*Médico pediatra.