miércoles, 8 de febrero de 2017

Opaco Día del Periodista en Antioquia

Ahora la táctica para que asesinen a quienes les estorben a sus poderosos intereses, es lanzar temibles acusaciones desde los cómodos sillones del establecimiento y bajo el amparo de enjambres de escoltas, para que luego los ejércitos privados pasen cumpliendo las órdenes.

Editorial EL PREGONERO DEL DARIÉN-febrero-2017

La senadora del Partidito Liberal, el partido de las libertades, Sofía Gaviria, le ha puesto una lápida al cuello a nuestro director, al acusarlo públicamente de haber “sido cómplice de los asesinos de La Chinita” dijo textualmente en su cuenta de twitter, no sabemos si es una orden soterrada y discreta, para que los ejércitos privados, en especial los anti restitución que operan en la zona, procedan a cumplirla. Esperamos que no.

Las irresponsables e infundadas sindicaciones la hace la senadora, cuando arrecian los asesinatos de líderes sociales, todo bajo la más aterradora impunidad y cuando el señor Obispo de Apartadó se pregunta en un extenso comunicado público si el estado es cómplice de la violencia que azota a Urabá.

Esta macabra acusación nos trae a la memoria el caso de Bernardo Jaramillo, cuando le dijo al entonces ministro de gobierno, Carlos Lemos Simmonds. “Ministro Usted me ha puesto una lápida al cuello” y efecto, a los pocos días lo asesinaron.

Honorable senadora, nuestro director no tiene un ejército de escoltas cuidándolo como, si lo tienen las élites colombianas incluyendo las más corruptas y para silenciarlo solamente lo van a lograr asesinándolo, esperamos que los ejércitos privados de Urabá antes de mover el gatillo, averigüen un poco, que para los días aciagos de la citada y fatal masacre, ejercía el periodismo en reconocidos medios de comunicación de Risaralda, ni siquiera conocía la zona de Urabá. No sobra decirle Honorable, que este medio de información tampoco le teme a su poderoso imperio financiero y político.

Pero volvamos al tema que nos ocupa, El Día del Periodista- con sobrada razón se viene afirmando desde diferentes escenarios de la opinión nacional sobre el periodismo prepago, ese que se vende al mejor postor y que tira por la borda los derechos de los ciudadanos, en una clara violación a nuestra Constitución Nacional. Estamos hablando de ese periodismo ruin y servil que se puso al servicio de una clase política corrompida y que en su afán de embolsillarse unos pesos, están sacrificando una profesión noble, soporte de la institucionalidad y de la democracia.

Cada año con motivo del El Día del Periodista durante el mes de febrero, hacemos este tipo de apuntes, con miras a convocar a la reflexión de los colegas, muchos de ellos reaccionan indignados, insultan desde las redes sociales y cada quien intenta justificar desde su propia orilla el desastre nacional bajo el cual se mueve y sucumbe el periodismo, pues el mal no se circunscribe solamente a Urabá. Insistimos en que la clase política que todo lo corrompe, claro está, con unas mínimas excepciones, se ha empecinado en hacer el mayor daño posible al ejercicio libre del periodismo. 

El daño que este tipo de periodismo le hace a la sociedad es enorme e irreparable, pero tampoco es nuevo, más de medio siglo duraron los grandes medios haciéndole creer al país, sin el menor rigor, a punta de titulares, que las FARC eran los culpables de todos los problemas de la patria, mientras la corrupción, el verdadero y más poderoso de los males, carcomía todos los estamentos del país.

En Urabá estamos tocando fondo hace rato, y ya comenzamos a ver como hasta las encuestas se las sirven a los corruptos a la medida del cheque, de los negocios familiares, de la pauta publicitaria, sin el menor respeto por el público, por la verdad, por la ley, por la profesión.

También es preocupante que durante este mes de febrero se conozcan tres malas noticias para el gremio, La Mesa de Derechos Humanos de Antioquia, ha denunciado que tres periodistas, dos de ellos de Urabá, Yeison Rojas Toro, de Noticias Uno y Hora 13, Sergio Monsalve Rojas de Lente Informativo y Lente Radial, y Gonzalo Caro (Carolo) periodista ambientalista de Medellín, han sido amenazados y sometidos a seguimientos ilegales. Era lo que nos faltaba, con un periodismo prepago por un lado, amenazado y censurado por el otro. Así la sociedad no irá para ninguna parte.